El nuevo sistema defensivo de Israel, llamado Iron Dome, costará casi mil millones de dólares. Este sistema es capaz de derribar cohetes de tamaño pequeño. Es el primero en el mundo capaz de hacer eso, y ya fue probado en la frontera con Gaza con un buen porcentaje de éxito.
El director general del Ministerio de Defensa, Udi Shani, dijo en entrevista con el diario Haaretz, que cinco países han mostrado interés en el nuevo dispositivo, aún en fase de prueba y que tardará al menos cinco años en llegar a una fase completamente operativa.
El pasado mes de marzo, en una breve espiral de violencia entre Israel y el movimiento islamista Hamás, el Iron Dome consiguió derribar al menos ocho de los once blancos contra los que fue disparado, tras filtrarlos de aquellos cohetes que iban a caer en zonas deshabitadas y no merecían por tanto ser interceptados.
Aún así Shani advierte que “tenemos que ajustar nuestras expectativas del Iron Dome, tanto la ciudadanía como los líderes políticos”, porque “no es un sistema que pueda garantizar la interceptación de cada cohete”.
Entre los principales retos del Iron Dome está el de reducir considerablemente los costes de investigación y fabricación, ya que cada cohete interceptador cuesta unos 40.000 dólares frente a los varios cientos de dólares del cohete a derribar.
La exportación es una de las vías que el alto funcionario de Defensa ve más propicias para financiar un proyecto que ya ha consumido casi mil millones de dólares y que está a la espera de una partida presupuestaria de 205 millones de ayuda estadounidense para poder seguir adelante.
Estados Unidos es, según fuentes no autorizadas y expertos, uno de los países interesados en dotar a sus fuerzas de una protección efectiva contra este tipo de ataques en escenarios bélicos como Afganistán
El director general del Ministerio de Defensa, Udi Shani, dijo en entrevista con el diario Haaretz, que cinco países han mostrado interés en el nuevo dispositivo, aún en fase de prueba y que tardará al menos cinco años en llegar a una fase completamente operativa.
El pasado mes de marzo, en una breve espiral de violencia entre Israel y el movimiento islamista Hamás, el Iron Dome consiguió derribar al menos ocho de los once blancos contra los que fue disparado, tras filtrarlos de aquellos cohetes que iban a caer en zonas deshabitadas y no merecían por tanto ser interceptados.
Aún así Shani advierte que “tenemos que ajustar nuestras expectativas del Iron Dome, tanto la ciudadanía como los líderes políticos”, porque “no es un sistema que pueda garantizar la interceptación de cada cohete”.
Entre los principales retos del Iron Dome está el de reducir considerablemente los costes de investigación y fabricación, ya que cada cohete interceptador cuesta unos 40.000 dólares frente a los varios cientos de dólares del cohete a derribar.
La exportación es una de las vías que el alto funcionario de Defensa ve más propicias para financiar un proyecto que ya ha consumido casi mil millones de dólares y que está a la espera de una partida presupuestaria de 205 millones de ayuda estadounidense para poder seguir adelante.
Estados Unidos es, según fuentes no autorizadas y expertos, uno de los países interesados en dotar a sus fuerzas de una protección efectiva contra este tipo de ataques en escenarios bélicos como Afganistán
No hay comentarios.:
Publicar un comentario